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Autor: Pau Negre | Fecha: 07/2024

El pasado 5 de junio, Russell Longmuir, CEO de la EFQM, presentó, durante el Foro EFQM 2024 celebrado en Estambul, el Modelo EFQM 2025. Culminaba así un proceso de revisión que ha durado varios meses y en el que se ha fomentado la participación de mucha gente.

Si bien siempre espero con impaciencia y celebro las publicaciones de las nuevas ediciones del Modelo EFQM, esta ha sido una ocasión aún más especial para mí, ya que he tenido el honor de formar parte del Core Team creado por la EFQM para ayudar a impulsar el desarrollo del proceso que ha generado esta última versión del Modelo.

Es habitual revisar y mejorar el Modelo EFQM periódicamente para garantizar su adecuación y vigencia, pero esta vez era especialmente relevante porque, en su última edición del año 2020, sufrió una profunda transformación que modificó su estructura original, definida en 1992. Por lo tanto, tras cuatro años de aplicación, era importante evaluarlo con detalle y ajustar todos los aspectos necesarios para acabar de afinarlo. Además, no hay que olvidar que el Modelo EFQM 2020 se creó en el año 2019 y que, desde entonces, se han producido numerosos cambios relevantes a nivel global, como la superación de la pandemia de la COVID-19, disrupciones en la cadena de suministro, el incremento de la inflación, la aparición y consolidación del teletrabajo, la irrupción de la inteligencia artificial generativa, conflictos geopolíticos y un aumento de la polaridad política, el refuerzo de la lucha global contra el cambio climático o la instauración de la tecnología 5G.

El resultado final de esta nueva revisión confirma la solidez de la base y la estructura creadas para el Modelo EFQM en su edición 2020, ya que, en términos generales, se mantienen tal y como estaban. En una publicación reciente, Ignacio Babé, director general del CEG, lo expresaba del siguiente modo: “Se han cambiado muchas cosas en el Modelo, probablemente imperceptibles para los que no lo conocéis en detalle, pero no ha cambiado en lo esencial: sus 3 bloques, 7 subcriterios y 28 subcriterios”.

Es cierto que los principales cambios introducidos en el Modelo EFQM 2025 se han centrado en:

  1. Simplificar el lenguaje para describir tanto el Modelo EFQM como el REDER.
  2. Clarificar la terminología y los contenidos.
  3. Reforzar su coherencia y lógica interna.
  4. Enfatizar su finalidad de ayudar a las organizaciones a impulsar un éxito sostenible («driving sustainable performance”).

No obstante, también se han realizado numerosas mejoras a nivel de contenidos, para garantizar su solidez y adaptación a los aspectos emergentes que afectan a la gestión de las organizaciones. En líneas generales:

  1. Se han matizado/ajustado algunos títulos de subcriterios.
  2. Se han introducido mejoras en los puntos guía de los subcriterios para garantizar su solidez y reforzar conceptos como el liderazgo, la resiliencia y continuidad del negocio, la sostenibilidad y la gestión de los datos mediante nuevas tecnologías.
  3. Se ha reestructurado la segmentación de tipologías de resultados estratégicos y operativos.

En resumen, la esencia del Modelo EFQM 2020 se mantiene. Eso sí, se han incorporado mejoras que destacan aspectos relevantes que no eran tan explícitos y que refuerzan el rol inspirador del Modelo.

Por último, cabe destacar que también se han introducido dos cambios en el sistema de reconocimiento EFQM:

  • Los niveles de reconocimiento ya no se limitarán al 200+, 300+, 400+, 500+, 600+ y 700+, sino que se abren a todo el abanico de puntuaciones posibles, incluyendo el 100+ y también los niveles superiores (800+ y 900+) en caso de que se alcancen.
  • A partir de ahora, será posible obtener un reconocimiento EFQM a través de un diagnóstico rápido que prácticamente no requerirá ningún tipo de preparación de documentación por parte de la organización, pero que estará limitado a un nivel máximo de reconocimiento de 200+.

Este último cambio me parece especialmente relevante, ya que permitirá a las organizaciones, en especial a las pequeñas y medianas empresas, iniciarse en el uso del Modelo EFQM y comprobar su aportación de valor, al rebajarse el coste y la complejidad de preparación de la documentación requerida. Ahora toca analizar todos estos cambios con detalle y determinar su eficacia a la hora de estimular y mejorar nuestra capacidad para evaluar organizaciones.

El Modelo EFQM no es un destino en sí mismo, sino una herramienta que nos acompaña en el camino de la mejora de la gestión para alcanzar un éxito sostenible. Esta nueva edición es, por tanto, una nueva e interesante etapa de este enriquecedor trayecto.