Autor: Eva Bistuer | Fecha: 06/2024
La seguridad del paciente es un grave problema de salud pública en todo el mundo. La probabilidad de que un pasajero sufra algún daño en un avión es de 1 en 1.000.000. En cambio, 1 de cada 300 pacientes sufre daños ocasionados por la atención médica. Actividades supuestamente de alto riesgo, como la aviación o el trabajo en centrales nucleares, tienen un historial de seguridad mucho más favorable que el de la atención médica (OMS, marzo de 2019).
En España, según el Estudio Nacional de Efectos Adversos (ENEAS), la incidencia de pacientes que sufre efectos adversos relacionados con la asistencia hospitalaria es del 8,4 % (de los cuales, un 42,8 % se considera evitable) y según el Estudio sobre la Seguridad de los Pacientes en Atención Primaria de Salud (APEAS), un 10,11 % de los pacientes sufren algún evento adverso (de los cuales, un 70,2 % se considera evitable).
La OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social. Por lo tanto, uno de los principios básicos de los servicios de salud es contribuir a la salud de la población (promoción y prevención de la salud y reducción de la enfermedad) y, por supuesto, no causar daño durante la intervención sanitaria. No obstante, los datos muestran que aún estamos lejos de tener una atención sanitaria libre de eventos adversos.
Las causas de los eventos adversos son, por lo general, multifactoriales. Normalmente responden a una cadena de errores de diferentes tipos, con efecto acumulativo, que podrían evitarse en muchos casos mediante la implementación en las instituciones sanitarias de actividades orientadas a minimizar el riesgo. Por ello, es de vital importancia dotar a este tipo de organizaciones de sistemas de gestión orientados a minimizar los riesgos de seguridad del paciente.
La norma UNE 179003 establece los requisitos que debe de cumplir el sistema de gestión de riesgos para la seguridad del paciente de una institución sanitaria para poder controlar los riesgos y lograr una asistencia más segura. Esta norma está dividida en dos grandes bloques:
- Requisitos generales para la gestión de los riesgos (que contempla los requerimientos de carácter global y los vinculados al establecimiento del sistema).
- Procesos en la gestión de riesgos (que hace referencia a los requerimientos concretos vinculados a la operativa específica de la gestión del riesgo).
Gráfico 1: Requisitos de la norma UNE 179003
A grandes rasgos, un sistema de gestión de riesgos para la seguridad del paciente (SGRSP) debería incluir las siguientes actuaciones básicas:
1. Identificación de los riesgos de seguridad de la organización sanitaria y del paciente
El primer paso es conocer los riesgos específicos de la organización, que variarán según el tipo de actividad que realice y el tipo de pacientes que atienda. Esto implica elaborar una lista de los riesgos aplicables a la institución en cada servicio/proceso. Para hacerlo, se pueden revisar los procesos y especificar los riesgos que pueden ocurrir en cada actividad, comprobar resultados de indicadores clínicos, estudios, bibliografía, etc. Algunos ejemplos de riesgos aplicables a una organización sanitaria pueden ser, entre otros, los errores de medicación, las infecciones o las caídas. Una vez listados los riesgos, se deberán implementar sistemas de notificación que permitan conocer la probabilidad, la gravedad y las principales causas de cada riesgo a fin de poder llevar a cabo actuaciones eficaces (planes de tratamiento de riesgos) para minimizarlos.
Paralelamente, también será preciso identificar los riesgos específicos de cada paciente según sus características intrínsecas (p. ej., valoración del riesgo de caída en un paciente geriátrico, valoración ASA de un paciente que debe recibir anestesia, etc.). Es decir, se trata de determinar los riesgos a los que está expuesto un paciente en concreto con objeto de poder establecer medidas preventivas personalizadas. Hacerlo nos permitirá, además, comparar a posteriori los resultados de seguridad del paciente con la complejidad del paciente atendido (p. ej. eventos de caídas vs. pacientes con riesgo de caídas) y valorar de una forma más objetiva la eficacia de las actuaciones llevadas a cabo para minimizar un riesgo.
2. Creación de una estructura de liderazgo que garantice la seguridad del paciente
Una vez están identificados los riesgos aplicables a la organización, el siguiente paso es crear una estructura de liderazgo orientada a:
- Recoger y analizar los resultados de seguridad del paciente.
- Valorar los riesgos de la organización.
- Definir e impulsar actuaciones para minimizar los riesgos y asignar recursos para llevarlas a cabo.
- Analizar y gestionar los eventos adversos ocurridos.
- Fomentar la cultura de seguridad del paciente en toda la organización.
Esta estructura debe diseñarse teniendo en cuenta la estructura de liderazgo propia de la organización, así como su tamaño, sus riesgos y su actividad. Por ejemplo, se puede crear un grupo de trabajo por cada uno de los riesgos aplicables a la organización (grupo de riesgo de caídas, grupo de riesgo de errores de medicación, etc.), disponer de un único grupo que aborde todos los riesgos, etc.
Sea como sea la estructura, lo importante es que esté perfectamente definida y que cada grupo, agente o perfil profesional tenga claramente establecidas y asumidas sus funciones y responsabilidades en materia de gestión de los riesgos, así como las competencias necesarias para llevarlas a cabo.
3. Medición y abordaje de los riesgos de seguridad del paciente
Para poder abordar el riesgo de forma efectiva, es imprescindible contar con un sistema de notificación en el que la medición del riesgo esté suficientemente segmentada.
Ello implica tener en cuenta los siguientes indicadores para cada tipo de riesgo:
- Indicadores de probabilidad (que especifican cuántas veces ocurre el riesgo).
- Indicadores segmentados por gravedad (que especifican las consecuencias para el paciente).
- Indicadores segmentados según el perfil de riesgo del paciente (que especifican si la persona que ha sufrido el evento tiene riesgo intrínseco o no).
- Indicadores segmentados por causa (que especifican las principales causas que originan el riesgo).
Asimismo, el cuadro de mando de seguridad del paciente también deberá de disponer de la información segmentada por servicio, proceso, patología, lugar, etc., en función de las características de cada riesgo y la estructura de la organización. Ello permitirá realizar un análisis de causas exhaustivo y corroborar hipótesis con datos, algo esencial a la hora de destinar los esfuerzos y recursos adecuados e implementar actuaciones eficaces para minimizar el riesgo.
Referencias: