Autor: Pau Negre| Fecha: 11/2024 | Publicado en: Forum Calidad
Tras recibir el encargo de redactar un artículo de opinión, de aproximadamente 700 palabras, sobre la inteligencia artificial (IA) aplicada a la gestión, lo primero que hice fue pedirle a Copilot que hiciera el trabajo por mí.
En pocos segundos obtuve un artículo bien estructurado, de 663 palabras, que enumeraba y desarrollaba las principales oportunidades y amenazas de la IA.
Hasta aquí todo impecable, especialmente considerando que, en un par de segundos, la IA había realizado una tarea para la que yo hubiera invertido varias horas. Además, lo había hecho con un nivel de solvencia notable.
No obstante, es en la parte de las conclusiones, donde está el valor añadido en un artículo de opinión, que la IA no ha superado el reto. La IA todavía no ha sido capaz de sustituir la capacidad de análisis crítico que tenemos los humanos, siendo su aportación de valor inferior a la de las personas en este aspecto.
Este ejemplo muestra las posibilidades y los límites que actualmente nos ofrece la IA, y que es fundamental tener claros para poder extraer su máximo potencial.
La IA ya es una realidad del panorama de la gestión empresarial y ofrece soluciones que abarcan desde la automatización de tareas rutinarias hasta la toma de decisiones estratégicas. No se cuestiona su capacidad para mejorar la eficiencia de las organizaciones, así como tampoco el hecho de que presenta una serie de limitaciones que hay que entender para poder utilizarla adecuadamente y obtener de ella el máximo rendimiento.
Un aspecto que me parece especialmente interesante de la situación actual es que existen diferentes niveles de madurez de las organizaciones en el uso de la IA, que sin duda está generando diferentes velocidades y que puede acabar posicionándolas en ligas distintas.
Mi actividad profesional me permite analizar diferentes tipos de organizaciones, de diferente tamaño, naturaleza jurídica, nacionalidad y sector de actividad. Entre las empresas con las que he trabajado, ya sea como consultor o como evaluador EFQM, he apreciado distintos niveles de madurez respecto al uso de la IA, con sus matices y circunstancias. No obstante, existen dos grandes parámetros que permiten clasificarlas.
El primer parámetro es el nivel de consciencia en relación a la IA. Existen dos tipos de organizaciones, las que son conscientes de que la IA les puede ayudar y las que no. Todavía existen organizaciones que creen que la IA no es aplicable a su actividad, tipología o características, o que intuyen que la IA les puede ayudar, pero ignoran cómo, ya que no saben interpretar qué posibles soluciones puede aportarles dicha tecnología.
El segundo parámetro es el nivel de implementación de la IA. Podemos clasificar a las organizaciones en función de si ya se han iniciado en su uso o no. Hay organizaciones que, pese a ser conscientes de que la IA les puede ayudar todavía no la utilizan, ya sea por falta de decisión (liderazgo) o por falta de recursos. Por otro lado, están las organizaciones que están dando sus primeros pasos en la aplicación de la IA, de forma anecdótica o en tareas puntuales, no directamente vinculadas a sus procesos de negocio y, por lo tanto, con un impacto leve en la organización. Por último, tenemos a las organizaciones pioneras que están haciendo uso de la IA, aplicándola a sus procesos de negocio y/u obteniendo un alto nivel de rendimiento.
Este sencillo sistema de clasificación puede ser una buena herramienta de diagnóstico ultra rápido para que los líderes de las organizaciones autoevalúen cómo se relacionan con la IA. Se puede realizar de forma individual o con el equipo directivo, y ofrece la oportunidad de adquirir consciencia y sensibilidad.
A partir de aquí, la pregunta que debemos hacernos (e intenten discernir) es si el contexto y los mercados serán benevolentes con las organizaciones rezagadas, permitiéndoles ponerse al día más adelante, o si, por el contrario, les castigará abriendo una brecha difícil de remontar. Si bien las organizaciones rezagadas pueden beneficiarse de los aprendizajes de los competidores y ahorrarse los costes de la fase prueba error, también es cierto que los mercados quizás no perdonen su retraso, o que rezagarse en el uso de la IA condicione su competitividad, y eso puede ocurrir de manera muy rápida.
Por cierto, este artículo ha acabado siendo de 712 palabras.